Lucho Judas y sus valores

En la primera mitad del siglo XX  existía al sur de Ecuador, un personaje lleno de vivacidad,  hombre magnético, amigo de sus amigos, buen conversador, bebedor de aguardiente, sociable, galanteador con las mujeres, centro referencial de  reuniones,  tocador de guitarra, cantador, contador de historias, bromista, ágil de mente, buen bailarín, hombre zalamero y quedador bien con dinero ajeno, capaz de fumar bajo el agua, vestía terno de casimir inglés descolorido que alguna vez fue nuevo, camisa blanca sebosa pero almidonada y sombrero italiano marca borsalino;  Lucho Judas, comerciante insigne de caballos, asiduo visitante de cuanta feria de comercio existía;  desde niño fue influenciado por esa forma de vivir y se volvió experto en el arte del comercio, su lema era  básico, aprovechar las oportunidades comprando  barato y vendiendo  caro; dicen que la vida hay que vivirla con un propósito y él lo tenía, era capaz de cualquier cosa, desde pintarle diversas partes  a un caballo para que se vea de un color vendible, adiestrarlo y montarlo  para que no muestre sus mañas  o exhiba  sus virtudes falsas, limarle los dientes para que aparente juventud, conseguir falsos compradores que ofertaban fuertes sumas y hablaban maravillas para que su víctima pague una suma alta por el animal; sus amigos afirmaban que era capaz de resucitar a los muertos, o desenterrar los mismísimos huesos de su abuela y molerlos en polvo, si de esto dependía concretar un negocio.

Conocedor como pocos de la psiquis humana, hombre despierto y de atención plena, similar a la de un gato cazando,  sabía el lenguaje de los gestos, los signos del rostro, escuchaba atentamente el sonido de la voz, observaba el movimiento de las manos y  del cuerpo , intuitivamente se  guiaba  viendo los ojos de sus clientes, llego a saber de la condición humana como el que más; como buen comerciante de caballos no tenía debilidades del corazón, mucho menos   conmiseración del futuro del animal; astuto, despierto, sagaz, ladino, si tenía que recurrir a la prestidigitación,  al arte del engaño, o incluso a los poderes casi hipnóticos en ciertos movimientos, lo hacía, sin el menor rubor, todo era válido para ganarse unas  monedas, manejaba los tiempos de la negociación con una paciencia digna de ser aprendida por monjes,  las conjugaba con  las distintas facetas de la actuación que le eran perfectamente conocidas: tener posiciones de fuerza y prepotencia, hacerse   la víctima, despertar lástima, hacer que sientan admiración, ser condescendiente, detallista y caballero ;   como buen hombre amante del dinero, le movían las urgencias y aprovechaba cuando todo ser vivo estaba vulnerable   para sacar ventaja, poseía una condición que olfateaba la dificultad y como beneficiarse de aquello.  Vivía al día, ligero y sin remordimientos, sus valores eran fácticos, el honor y la palabra, tenían la duración que el negocio alcance, su lealtad era la necesaria para que otros no le ataquen; los principios y la ética, palabras desconocidas, carentes de sentido y pesados lastres ya que lo importante era su capacidad de acomodarse a las situaciones. Todo esto aprendió de sus ancestros, lo perfeccionó, de eso vivió, se ganó la vida y dio de comer a los suyos, les aportó: valores y una visión de la vida, educación, casa, acumuló bienes materiales y se forjó la aureola de comerciante respetado en su minúsculo mundo.

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Lucho Judas, jamás aspiró a llegar a alcalde, gobernador, juez, mucho menos presidente de la República, ni en sus chuchaquis ** más crudos pensó en ser banquero, directivo de la cámara de industrias o comercio, menos rector de la universidad, poco le importaba lo público, menos las instituciones, era plenamente consciente de sus límites, sabía que sus valores   no eran, refrendados por la sociedad, tenía conciencia plena de su exclusión. 

La historia de nuestras sociedades refleja la exclusión de los valores expuestos, eran calificados de antivalores y rechazados. El incremento de la población, las dinámicas sociales y económicas , la irrupción de nuevos actores, la degradación de la cultura, la magra educación, la vertiginosidad de los procesos tecnológicos, la urgencia por construir base material en la vida a cualquier costo, la relativización de la ética, la descomposición del núcleo familiar, el debilitamiento de lo comunitario, el vaciamiento interior, la muerte de lo sagrado; abrió la posibilidad que  el espíritu y los valores que este mítico personaje del sur de Ecuador, fueran refrendados socialmente, se saludó su luz y se ocultó su sombra ,  fueron acogidos como referentes y no solo esto, pasaron a tener peso en  la sociedad y en sus instituciones, incluso dirigirlas.

Porque estamos como estamos, porque los valores de Lucho Judas simple y sencillamente echaron raíces y se entronizaron, al ser validados colectivamente, objeto de admiración social.



 * Atkinson George Francklin " El Comerciante de caballos árabes " 

https://www.meisterdrucke.es/impresion-art%C3%ADstica/George-Francklin-Atkinson/367365/El-comerciante-de-caballos-%C3%A1rabes.html


** https://www.asale.org/damer/chuchaqui



Comentarios

  1. Me gusta el ritmo con sostienes la historia para llevarnos hasta la reflexión final, misma que considero urgente y necesaria

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